Durante ya casi cuatro décadas, hemos
aprendido a vivir en un sistema administrativo-económico por llamarlo menos,
confuso, en el cual de una extraña manera conviven los intereses comerciales
privados, con unos ya reducidos, a su mínima expresión, intereses públicos o
estatales, que deberían conllevar al bienestar social.
No es novedad para nadie que durante este último tiempo, se han intensificado
los debates sociales, educación, trabajo y salarios, condiciones y calidad de
vida en las diferentes zonas de nuestra país, producción y pobreza, entre
muchos más, como una sociedad que despierta de un largo aletargamiento, un
sueño profundo y devastador para los intereses sociales de un país que se
mira como “casi” desarrollado.
Beneficio, podríamos definirlo como un bien, dado o entregado, pero a su vez
también se vincula a las ganancias obtenidas por una organización o empresa.
Extraño, confuso. Bienestar y ganancia ¿Para quién? Este es el modelo
político-administrativo de nuestro país, el de los beneficios. El estado actúa
como una suerte de garante (asumiendo sus debilidades) en las políticas de beneficio
social, pero a su vez entrega las suficientes libertades a los privados, para
que estos desarrollen su propia fiesta libertina.
Derechos, es un conjunto de normas que nos permiten vivir en sociedad y rigen
nuestras relaciones interpersonales (también con la propiedad), debería
inspirarse en la justicia, pero esta dependerá de las costumbres y modos de
vida de las diferentes sociedades. En este caso el estado actúa como ente
fundamental a través de los tres poderes del estado, legislando a favor de la
sociedad y generando las instancias judiciales para hacer cumplir estos
derechos conforme lo dicta la ley.
Derechos o beneficios, este es un debate complicado e intenso, que tiene que
ser desarrollado en instancias sociales y políticas. Podemos ver que el partido
de los beneficios le lleva bastante delantera a los derechos pero aún no se ha
dictado sentencia al respecto.
Los beneficios han permitido generar las condiciones suficientes para que en
décadas, los poderes sociales callen con miedos a perderlos. Los subsidios han
sido y son las guindas de la torta de este modelo, a la educación, al
transporte, a la vivienda, al trabajo, finalmente un subsidio a la
individualidad social de las personas.
Mientras tanto los derechos tienen mucho que decir todavía, se presentan nobles
ante las múltiples y evidentes necesidades de la sociedad, derecho a una
educación de calidad, derechos a una vivienda digna, derecho a un trabajo bien
remunerado, entre otros. El derecho no solo dota de dignidad a las sociedades,
sino que también se encarga de entregar las herramientas por las cuales
se pueden exigir e informarla.
¿Exijo
mis beneficios? ó ¿Exijo mis derechos? mientras uno entrega condiciones de
dignidad, el otro no hace más que entregar vergüenza e ignorancia. El debate
está abierto como lo recogemos es el trabajo de una sociedad con el rabo entre
las piernas.
Javier
Tapia Carreras
Dentro del capitalismo el Estado siempre ha sido y será un garante del enriquecimiento de los privados, claramente en detrimento y a costa de aquellos que son los "afortunados" que obtienen algún beneficio, por lo tanto en nuestro chilito... cuna del neoliberalismo esto es pan de cada día!!
ResponderEliminarY que pasa con los derechos??? Concuerdo contigo en que dignifican a sociedad y a las personas que la componen, pero me resulta imposible disociar estar palabra de nuestra historia reciente... con su existencia "real" y la ya conocida violación a los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar...
Al igual que otras palabras como justicia, libertad, igualdad, etc me parecen más cercanas a la ficción que a la realidad... pero...
¿Qué haríamos sin ellas? sin libertad... sin justicia...sin equidad... la vida no tendría ningún sentido!!!!